lunes

Mi Historia


Entre Junio y Julio de 2016 inició en mí un sin número de emociones, sentimientos y desafíos ocasionados por el descubrimiento de que padecía cáncer. Sí, cáncer. Qué palabra tan llena de tabúes y de connotaciones negativas… al principio todo fue confuso: ¿Qué? ¿Cómo? OK, sabia el por qué: un cuadro genético en mi árbol genealógico, suficiente estrés y varios gramos de tristeza, eran los detonantes para que esta palabra llegara a mi cuerpo. En mi vida ya había estado cuando lo viví con mi mami, pero esta palabrita, que en los exámenes solo ves con dos letras (CA) alteraría toda mi zona de confort. 


Además, la palabra no llegó sola, había otra un poco más aterradora: Metástasis… ¡Dios ¿Qué es esto, un ataque terrorista? El estado islámico me invade y yo sin darme cuenta… En fin, de la noche a la mañana sentí que se me apagaba la luz, todo quedó oscuro y no encontraba el interruptor… la verdad es que yo no me sentía mal, no me sentía enferma, solo el dolor que me hizo ir al médico, pero este, con un poco de morfina pasa y pude entonces comenzar a buscar el interruptor… 

Mis vibras
Como Dios nunca se muda, en ese cuarto oscuro estaba alguien dispuesta a caminar conmigo a encontrar el interruptor de la luz… todos saben quién es… jajajaja mi Mamol, pero también estaban otros como Kaqui, mi fiel compañera, mi madre y mi tía Gloria que llegaron volando a llenarme de buenas vibras… en esas primeras semanas ellas hicieron que encontrara el interruptor y se hiciera de nuevo la luz. También son parte de esa luz las voces de amigos y familiares en Colombia y en la distancia que me dieron su aliento y solidaridad. 
Una vez viendo claridad, me dije que esto era solo un paréntesis, un proceso, solo un pequeño viaje que debía recorrer para alcanzar la cúspide de mi alma.


 Y así comenzamos.
Una operación que duró 10 horas. Al salir, quería ver la sonrisa de mi mamol, además tenía  hambre y  ganas de hacer pipí jajajaja y normal pues, pedí ir al baño… y la enfermera con cara de asombro me dice: “No, doña Emma, Ud. tiene sonda, haga pipí”. Juro que no sabía  como hacer, pero las ganas me vencieron…
La reunión para hablar de quimioterapia, otra palabra que a muchos les da escalofríos, por los efectos secundarios. En dicha reunión hacen un complot, para contarte sobre eso, un psicólogo, una nutricionista y quien será tu médico de cabecera para las emergencias. Allí estoy un poco aturdida escuchando qué puedo o no comer, que es mejor que no revise sobre la enfermedad en google jajaja, y que si me llega a dar fiebre de 38,2 corra a emergencias… y me dejan mas en el aire cuando me dicen: “Tienen tres opciones para dejar el tratamiento:
1.- Por que el paciente quiera, sabiendo los resultados,
2.- Debido a la alta toxicidad y sus efectos secundarios,
3.- Porque el tratamiento no esté dando resultados favorables”
Es obvio que en ese momento no tomé ninguna de las opciones. Solo pensé que debía seguir el protocolo establecido por el oncólogo y que él y yo haríamos ese recorrido buscando resultados favorables para mí.

Mis pelitos y Joaquin
El corte de cabello… “Es mejor para no ver caer los grandes mechones”, dijeron. Sin embargo, los que me conocen saben que de vez en cuando hago cambios de look y esta ocasión no sería diferente, pero algo sí les voy a confesar: ver caer mi cabello es una sensación inimaginable, fue como que me volvía a apagar la luz… pero repito, como Dios no se muda, me llegó la noticia de que sería tía nuevamente, y que si era niña se iba a llamar como yo… eso no solo me encendió la luz del cuarto, sino que me iluminó el cielo entero… Hoy espero pronto cargar y apapuchar un buen rato a Joaquín Adolfo.


Aún falta cosas en este cuento, pero como en las novelas esperen pronto un nuevo episodio … jajajaja